jueves, 30 de octubre de 2014

104 Años sin Miguel Hernández

"Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas."

Tal día como hoy, pero de 1910, nacía en Orihuela, en tierras alicantinas, Miguel Hernández, el poeta que cantó a un esposo soldado y al niño yuntero, a la muerte y a la vida, pero también al amor y a la libertad; convirtiéndose su poesía en un reflejo de su compromiso social y político, y destacando por la hondura y autenticidad de sus versos. Hoy nos queremos acercar un poco más a este gran poeta, al "genial epígono del grupo [de la Generación del 27]", en palabras de Dámaso Alonso.

Miguel Hernández nació el 30 de octubre de 1910, en Orihuela, un pequeño pueblo del Levante español, rodeada del oasis exuberante de la huerta del Segura. Hijo de un contratante de ganado, su niñez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana tras un pequeño hato de cabras. En medio de la naturaleza contempla maravillado sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, las propiedades de diversas hierbas, los ritos de la fecundación de los animales. Por las tardes ordeña las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario. Sólo el breve paréntesis de unos años interrumpe esta vida para asistir a la Escuela del Ave María, anexa al Colegio de Santo Domingo, donde estudia gramática, aritmética, geografía y religión, destacando por su extraordinario talento.

En 1925, a los quince años de edad, tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanías de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida monótona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galán, Miró, Zorrilla, Rubén Darío, que caen en sus manos y depositan en su espíritu ávido el germen de la poesía. A veces se pone a escribir sencillos versos a la sombra de un árbol realizando sus primeros experimentos poéticos. Al atardecer deambula por el vecindario conociendo a Ramón y Gabriel Sijé y a los hermanos Fenoll, cuya panadería se convierte en tertulia del pequeño grupo de aficionados a las letras.

Ramón Sijé, joven estudiante de derecho en la universidad de Murcia, le orienta en sus lecturas, le guía hacia los clásicos y la poesía religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora. El mundo de sus lecturas se amplía. El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo de autoeducación con libros que consigue en la biblioteca del Círculo de Bellas Artes. Don Luis Almarcha, canónigo entonces en la catedral, le orienta en sus lecturas y le presta también libros. Poco a poco irá leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro: Cervantes, Lope, Calderón, Góngora y Garcilaso, junto con algunos autores modernos como Juan Ramón y Antonio Machado. En el horno de Efén Fenoll, que está muy cerca de su casa, pasa largas horas en agradable tertulia discutiendo de poesía, recitando versos y recibiendo preciosas sugerencias del culto Ramón Sijé que acude allí a visitar a su novia Josefina Fenoll. Desde 1930, Miguel Hernández comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo de Orihuela y el diario El Día de Alicante. Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos.

Poseído por la fiebre de la fama, en diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con un puñado de poemas y unas recomendaciones que al fin de nada le sirven. Aunque un par de revistas literarias, La Gaceta Literaria y Estampa, acusan su presencia en la capital y piden un empleo o apoyo oficial para el "cabrero-poeta", las semanas pasan y, a pesar de la abnegada ayuda de un puñado de amigos oriolanos, tiene que volverse fracasado a Orihuela. Pero, al menos, ha podido tomarle el pulso a los gustos literarios de la capital que le inspiran su libro neogongorino Perito en lunas (1933), extraordinario ejercicio de lucha tenaz con la palabra y la sintaxis, muestra de una invencible voluntad de estilo. Tras ese esfuerzo el poeta ya está forjado y ha logrado hacer de la lengua un instrumento maleable. En Orihuela continúa sus intensas lecturas y sigue escribiendo poesía. También sus amigos le preparan alguna actuación en público. En el Casino del pueblo recita y explica su "Elegía media del toro". Otra vez, en abril de 1933, es en Alicante donde interpreta la misma elegía después de una docta charla de Ramón Sijé sobre Perito en lunas. La prensa local se hace eco del acontecimiento literario alimentando en el joven poeta el ansia y sed de celebridad.

Un día, al salir de su trabajo, en una notaría de Orihuela, conoce a Josefina Manresa y se enamora de ella. Sus vivencias van hallando formulación lírica en una serie de sonetos que desembocarán en El rayo que no cesa (1936). Las lecturas de Calderón le inspiran su auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, que, publicado por Cruz y raya, le abrirá las puertas de Madrid a su segunda llegada en la primavera de 1934. Allí se mantiene con un empleo que le ofrece José María de Cossío para recoger datos y redactar historias de toreros. 



En Madrid su correspondencia amorosa no se interrumpe y la frecuente soledad inevitable en la gran ciudad le hace sentir nostalgia por la paz e intimidad de su Orihuela. Las cartas abundan en quejas sobre la pensión, rencillas de escritores, intrigas, el ruido y el tráfico. Así es que en cuanto le es posible vuelve a su pueblo para charlar con los amigos, comer fruta a satisfacción y bañarse en el río. Aunque lentamente, va creándose en Madrid su círculo de amigos: Altolaguirre, Alberti, Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Entre ellos trata de vender algunos números de la revista El Gallo Crisis, recién fundada por Ramón Sijé, pero tienen que constatar que ésta no gusta a muchos de sus nuevos amigos. Neruda se lo confiesa abiertamente: "Querido Miguel, siento decirte que no me gusta El Gallo Crisis- Le hallo demasiado olor a iglesia, ahogado en incienso". Ramón Sijé teme perder a su gran amigo para sus ideales neocatólicos, pero pronto tienen que constatar que el ambiente de Madrid puede más que los ecos de la lejana Orihuela. Pablo Neruda insiste en sus ingeniosos sarcasmos anticlericales: "Celebro que no te hayas peleado con El Gallo Crisis pero esto te sobrevendrá a la larga. Tú eres demasiado sano para soportar ese tufo sotánico-satánico". Si Ramón Sijé y los amigos de Orihuela le llevaron a su orientación clasicista, a la poesía religiosa y al teatro sacro, Neruda y Aleixandre lo iniciaron en el surrealismo y le surgieron, de palabra o con el ejemplo, las formas poéticas revolucionarias y la poesía comprometida, influyendo, sobre todo Neruda y Alberti, en la ideología social y política del joven poeta provinciano. Superada esta crisis, Miguel Hernández es ya un poeta hecho y comienza a crear lo más logrado y genial de su obra.





"Para la libertad. 

El herido

I
(...)

II
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo, 
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, 
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida."

(El hombre acecha, 1938-39)



El estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 le obliga a tomar una decisión. Miguel Hernández, sin dar lugar a dudas, la toma con entereza y entusiasmo por la República. No solamente entrega toda su persona, sino que también su creación lírica se convierte en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya silenciosa y desesperada. Como voluntario se incorpora al 5º Regimiento, después de un viaje a Orihuela a despedirse de los suyos. Se le envía a hacer fortificaciones en Cubas, cerca de Madrid. Emilio Prados logra que se le traslade a la 1ª Compañía del Cuartel General de Caballería como Comisario de Cultura del Batallón de El Campesino. Va pasando por diversos frentes: Boadilla del Monte, Pozuelo, Alcalá. En plena guerra logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tiene que marchar al frente de Jaén. Es una vida agitadísima de continuos viajes y actividad literaria. Todo esto y la tensión de la guerra le ocasionan una anemia cerebral aguda que le obliga por prescripción médica a retirarse a Cox para reponerse. Varias obritas de Teatro en la guerra y dos libros de poemas que han quedado como testimonio vigoroso de este momento bélico: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).

En la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles: Sevilla, Madrid. Difícil imaginarnos la vida en las prisiones en los meses posteriores a la guerra. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad. Fatídicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisión. El poeta -como dice lleno de amargura- sigue "haciendo turismo" por las cárceles de Madrid, Ocaña, Alicante, hasta que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar aguda" que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores severos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernández se va consumiendo inexorablemente, llegando al fin de sus días un 28 de marzo de 1942, a los treinta y un años de edad, trucándose así una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX. 
"Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños".


FUENTES: Biografías y vidas; Los poetas.

sábado, 25 de octubre de 2014

El poder es ilegítimo hasta que se demuestre lo contrario

"El poder es ilegítimo hasta que se demuestre lo contrario", aseguró el intelectual y crítico estadounidense Noam Chomsky, al recordar a los primeros anarquistas y autodefinirse como uno, durante una videoconferencia que se realizó este sábado por la noche en el contexto de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, donde también afirmó que los problemas inmediatos que debemos atacar son la amenaza permanente de una guerra nuclear y el desastre ecológico que pone en peligro a la especie humana.




Desde Massachusetts, Chomsky envió una felicitación a La Jornada por su aniversario número 30, y subrayó que este medio es "el más independiente de la historia".

Los encargados de entrevistar al colaborador de La Jornada fueron los escritores mexicanos Paco Ignacio Taibo II y Fabrizio Mejía Madrid, en el foro José Revueltas de la Brigada para leer en libertad, en el marco de la FIL Zócalo, cuya versión 14 concluye este domingo.

Ellos lo llevaron de tema en tema: desde la utopía, América Latina y su lucha por salir del colonialismo, hasta Estados Unidos y su relación con México, y lo que ocurre en nuestro país con lo que Taibo II calificó como "la ofensiva neoliberal más brutal que se ha conocido en México".

Esta ofensiva destruye derechos agrarios, derechos laborales, la posesión nacional de petróleo; en segundo lugar, "el aumento brutal de una actitud autoritaria y represiva por parte del gobierno y los gobiernos locales; y, en tercero, la delirante guerra contra el narco que inició el gobierno de Calderón. Cuesta mucho trabajo encontrar una manera de unificar a la disidencia inmensa que se ha creado en el país y darle un sólo objetivo. ¿Tienes alguna idea brillante para ayudarnos a salir del marasmo?"

Ésas, dijo Noam Chomsky, "son las tres fases destructivas, y hay un cómplice que tiene México, que es Estados Unidos: en tanto que la mayor parte de la droga que se produce en el país se consume en esa nación, y lo que Estados Unidos da a cambio a México son las armas con las que los mexicanos se están matando. Si a eso le aunamos las políticas suicidas que los políticos mexicanos están ejerciendo y las reformas suicidas, nos encontramos frente a un enorme problema".

Ericka Montaño Garfias


FUENTE: EL CIUDADANO

viernes, 24 de octubre de 2014

La pisada del franquismo se enquista

La simbología del régimen de Franco pervive en escudos, calles y cruces en multitud de Ayuntamientos gallegos aunque la ley obligue a retirarlos.


Escudo preconstitucional en el edificio de Aduanas, en Ferroll Vello


A Galicia le está costando agrias polémicas políticas y judiciales borrar de su patrimonio la dolorosa huella de cuatro décadas de franquismo incluso 39 años después de la muerte del dictador. Ni siquiera la Ley de Memoria Histórica (52/2007), que hace siete años dejó claro que las Administraciones públicas están obligadas a retirar cualquier vestigio del régimen preconstitucional, ha puesto fin a una controversia que se reabre cada dos por tres.

Escudos preconstitucionales en la fachada de inmuebles o colegios públicos, placas con el yugo y las flechas, símbolo de la Falange, adheridos a grupos de viviendas o en docenas de fuentes o lavaderos repartidos por toda la orografía gallega y calles que aún llevan el nombre de los militares que armaron el golpe de Estado contra la II República en 1936: General Sanjurjo, Almirante Vierna, Francisco y Salvador Moreno Fernández, son algunos ejemplos frecuentes.

El último caso en alimentar este debate es la Cruz "a los caídos" del monte de O Castro que el alcalde de Vigo, Abel Caballero, se niega a retirar aunque una sentencia reciente se lo ordena. Disconforme con el fallo, el regidor socialista anunció que lo recurrirá hasta donde haga falta para que la cruz franquista se quede donde está. Este ostentoso monolito de piedra, con sus 12 metros clavados en vertical en la falda del monte vigués, lo erigió la Falange para honrar a las víctimas de un solo bando, el nacional, y a su inauguración, en 1961, acudió Franco en persona.

La cruz está en el centro de la pelea administrativa que enfrenta al gobierno con la Asociación Viguesa por la Memoria Histórica, que lleva tres años pugnando para que el Ayuntamiento se pliegue a la ley y la retire. La primera negativa de Caballero a quitar el monolito de O Castro fue una resolución del Gobierno local fechada el 1 de marzo de 2013 que la entidad recurrió en los tribunales. El juez, Antonio Marínez Quintanar, titular del Contencioso número dos de Vigo, les ha dado la razón en una sentencia fechada el 4 de septiembre que ordena al Gobierno local su retirada inmediata. El socialista se resiste aduciendo que es un símbolo religioso sin apellido y limpio de connotaciones fascistas, y vuelve a sintonizar con el PP, su inesperado socio presupuestario, que tampoco ve mayor problema en dejar la cruz en su sitio. Se excusa, Caballero, en el lavado de cara que le hicieron en los ochenta -fue una decisión de la primera corporación democrática en junio de 1981- para retirar los escudos y placas que adornaban la base con loas al régimen. No dice lo mismo la sentencia, que dedica dos de las 19 páginas a analizar la simbología de la cruz y cita el informe pericial del historiador José Ramón Rodríguez Lago, doctor en Historia Contemporánea de la Universidad de Vigo, para concluir que su naturaleza es ineludiblemente franquista, además de una "humillación innecesaria y un sufrimiento añadido" para sus víctimas.

La cruz de Vigo no es un caso aislado ni el último rescoldo del franquismo que Galicia tiene pendiente de eliminar aunque probablemente es el más ostentoso de todos los que quedan. El choque entre el Ayuntamiento y las asociaciones de la memoria histórica tienen su réplica en otros municipios gallegos. No hace mucho que Ferrol, ciudad natal de Franco, batallaba con el mismo dilema que Vigo. La Cruz de los Caídos de la plaza de Amboage, en pleno centro urbano hasta 2010, se retiró aprovechando una reforma urbanística y fue uno de los últimos vestigios en salir de un espacio público en una urbe que los tenía por docenas y que aún tiene deberes pendientes en el callejero del Arsenal militar para rebautizar la glorieta del Generalísimo, la avenida Salvador Moreno, la plaza Marqués de Alborán y las calles Carrero Blanco, Honorio Cornejo, Almirante Vierna y Crucero Baleares, que rinden homenaje a los golpistas y las fuerzas que arroparon a Franco para derrocar la II República.

La cruz de Amboage era más pequeña que la de O Castro pero compartía la misma naturaleza falangista y era el blanco favorito de las pintadas independentistas. La polémica quedó empequeñecida por el trasiego que ya supuso, en julio de 2002, quitar la enorme estatua ecuestre de Franco que presidía la entrada a Ferrol por la plaza de España. Se la llevaron en una jaula, entre aplausos y abucheos, y la aparcaron ochos años en la entrada del Museo Naval hasta que el Ministerio de Defensa, en marzo de 2010, se decidió a esconderla dentro de un recinto militar, tapada por una lona, para alejarla de turistas y curiosos que se dejaban caer para hacerse una foto. El Gobierno ferrolano ya retiró el escudo preconstitucional de la escalinata del consistorio y otro más de la biblioteca. Queda pendiente uno que preside la puerta del edificio de Aduanas, en Ferrol Vello. 


A Coruña: la dictadura en 52 huellas

L. B.
A Galicia le está costando agrias polémicas políticas y judiciales borrar de su patrimonio la dolorosa huella de cuatro décadas de franquismo incluso 39 años después de la muerte del dictador. Ni siquiera la Ley de Memoria Histórica (52/2007), que hace siete años dejó claro que las Administraciones públicas están obligadas a retirar cualquier vestigio del régimen preconstitucional, ha puesto fin a una controversia que se reabre cada dos por tres.
Escudos preconstitucionales en la fachada de inmuebles o colegios públicos, placas con el yugo y las flechas, símbolo de la Falange, adheridos a grupos de viviendas o en docenas de fuentes o lavaderos repartidos por toda la orografía gallega y calles que aún llevan el nombre de los militares que armaron el golpe de Estado contra la II República en 1936: General Sanjurjo, Almirante Vierna, Francisco y Salvador Moreno Fernández, son algunos ejemplos frecuentes.
El último caso en alimentar este debate es la Cruz “a los caídos” del monte de O Castro que el alcalde de Vigo, Abel Caballero, se niega a retirar aunque una sentencia reciente se lo ordena. Disconforme con el fallo, el regidor socialista anunció que lo recurrirá hasta donde haga falta para que la cruz franquista se quede donde está. Este ostentoso monolito de piedra, con sus 12 metros clavados en vertical en la falda del monte vigués, lo erigió la Falange para honrar a las víctimas de un solo bando, el nacional, y a su inauguración, en 1961, acudió Franco en persona.
La cruz está en el centro de la pelea administrativa que enfrenta al gobierno con la Asociación Viguesa pola Memoria Histórica, que lleva tres años pugnando para que el Ayuntamiento se pliegue a la ley y la retire. La primera negativa de Caballero a quitar el monolito de O Castro fue una resolución del Gobierno local fechada el 1 de marzo de 2013 que la entidad recurrió en los tribunales. El juez, Antonio Martínez Quintanar, titular del Contencioso número dos de Vigo, les ha dado la razón en una sentencia fechada el 4 de septiembre que ordena al Gobierno local su retirada inmediata. El socialista se resiste aduciendo que es un símbolo religioso sin apellido y limpio de connotaciones fascistas, y vuelve a sintonizar con el PP, su inesperado socio presupuestario, que tampoco ve mayor problema en dejar la cruz en su sitio. Se excusa, Caballero, en el lavado de cara que le hicieron en los ochenta —fue una decisión de la primera corporación democrática en junio de 1981— para retirar los escudos y placas que adornaban la base con loas al régimen. No dice lo mismo la sentencia, que dedica dos de las 19 páginas a analizar la simbología de la cruz y cita el informe pericial del historiador José Ramón Rodríguez Lago, doctor en Historia Contemporánea de la Universidad de Vigo, para concluir que su naturaleza es ineludiblemente franquista, además de una “humillación innecesaria y un sufrimiento añadido” para sus víctimas.
La cruz de Vigo no es un caso aislado ni el último rescoldo del franquismo que Galicia tienen pendiente de eliminar aunque probablemente es el más ostentoso de todos lo que quedan. El choque entre el Ayuntamiento y las asociaciones de la memoria histórica tienen su réplica en otros municipios gallegos. No hace mucho que Ferrol, ciudad natal de Franco, batallaba con el mismo dilema que Vigo. La Cruz de los Caídos de la plaza de Amboage, en pleno centro urbano hasta 2010, se retiró aprovechando una reforma urbanística y fue uno de los últimos vestigios en salir de un espacio público en una urbe que los tenía por docenas y que aún tiene deberes pendientes en el callejero del Arsenal militar para rebautizar la glorieta del Generalísimo, la avenida Salvador Moreno, la plaza Marqués de Alborán y las calles Carrero Blanco, Honorio Cornejo, Almirante Vierna y Crucero Baleares, que rinden homenaje a los golpistas y las fuerzas que arroparon a Franco para derrocar la II República.
La cruz de Amboage era más pequeña que la de O Castro pero compartía la misma naturaleza falangista y era el blanco favorito de las pintadas independentistas. La polémica quedó empequeñecida por el trasiego que ya supuso, en julio de 2002, quitar la enorme estatua ecuestre de Franco que presidía la entrada a Ferrol por la plaza de España. Se la llevaron en una jaula, entre aplausos y abucheos, y la aparcaron ocho años en la entrada del Museo Naval hasta que el Ministerio de Defensa, en marzo de 2010, se decidió a esconderla dentro de un recinto militar, tapada por una lona, para alejarla de turistas y curiosos que se dejaban caer para hacerse una foto. El Gobierno ferrolano ya retiró el escudo preconstitucional de la escalinata del consistorio y otro más de la biblioteca. Queda pendiente uno que preside la puerta del edificio de Aduanas, en Ferrol Vello.


FUENTE: EL PAÍS

jueves, 23 de octubre de 2014

UNA ALTERNATIVA GLOBAL AL SISTEMA: El eco-socialismo-feminista

Por IÑAKI BARCENA (*)



La situación de urgencia ecológica y social en la que nos encontramos es consecuencia directa del modo de producción y consumo inherente al sistema capitalista, si bien el discurso dominante, promovido por los grandes centros de poder y basado en el engaño y la manipulación, trata de ocultar esa realidad.

Hay que decirlo claro: ha sido la enorme concentración de poder político y económico de una minoría acaparadora y su insaciable búsqueda del lucro las que han generado la inadmisible desigualdad social de nuestra sociedad y la gravísima degradación ambiental de nuestro planeta.

La solución no puede hallarse, tal como se está planteando desde el discurso neoliberal, en reproducir las mismas estructuras económicas y sociales que han provocado esa situación de emergencia. Sí hay alternativas. Un cambio de modelo es más necesario que nunca. Un cambio que, aceptando la imposibilidad de un crecimiento ilimitado en un planeta finito, tenga como objetivo fundamental la satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas, necesidades que deben ser decididas democráticamente.

El eco-socialismo-feminista trata de conformar una respuesta ideológica a la profunda crisis civilizatoria que vivimos urbi et orbe, una propuesta de sólidas bases teóricas y múltiples propuestas prácticas de confrontación ideológica tanto con el “pensamiento único” como con el “fin de las ideologías”. Decimos crisis civilizatoria, en el sentido y contenido que le da Paco Fernández Buey: “la palabra clave es la insostenibilidad: si no es sostenible la base material del mantenimiento de la vida humana sobre la tierra, evidentemente tampoco puede mantenerse sobre ella el tipo de civilización que ha sido causa de tal perturbación”.

Por eso, más allá de los interesados silencios académicos, políticos e institucionales que no se atreven a usar determinados términos, consideramos que es una crisis del capitalismo y del pensamiento y de los valores de la denominada cultura occidental. Es decir, hablamos de una crisis ecológica y energética, de una crisis económica y social, de una crisis del patriarcado y de la democracia, y de una crisis sin precedentes del sistema de instituciones y valores que han dirigido los destinos del mundo en los últimos tres siglos.

Como dice Jorge Riechmann “necesitamos cambiar las gafas con que miramos el mundo. Pero hacerlo es muy difícil: no hay óptica suministradora de gafas prêt a porter donde podamos comprar lucidez a buen precio. No se trata de sustituir una construcción ideológica por otra, sino emprender un laborioso trabajo de revisión crítica de los valores y creencias dadas, que hoy nos están equivocando terriblemente”. Ese es, a mi entender, el gran reto del eco-socialismo-feminista.

Hemos elegido el término eco-socialismo-feminista pero podríamos haber igualmente elegido el socialismo-eco-feminista o el eco-feminismo-socialista. Aún quedan, matemáticamente hablando, tres posibilidades más de cruzar los términos ecologista, feminista y socialista. A nuestro juicio, el orden de los factores no debiera alterar el producto. Esto es, estamos hablando de un esfuerzo ideológico de convergencia donde los tres pilares de sustento son irremplazables e insustituibles. Son básicamente, la suma de dos corrientes de pensamiento y acción, la eco-socialista y la eco-feminista, que hasta la fecha, a nuestro entender, no han sabido, salvo excepciones, juntar sus miradas, sus discursos y sus prácticas.

Poner eco- delante de socialismo y ambos delante de feminista no significa que la primera contradicción, la cuestión principal, sea la que se deriva del binomio sociedad-naturaleza. Ni que después estén las cuestiones de las clases sociales. Y acabar en feminista no significa el reconocimiento a posteriori de la importancia de poner en cuestión el patriarcado como sistema de dominación adverso a las mujeres, homosexuales y jóvenes. Los tres pilares, el medioambiental, el anticapitalista y el anti-patriarcal deben ir de la mano y debidamente equilibrados para que el resultado sea ideológicamente coherente y funcione, esto es, movilice y produzca cambios culturales y sociales.

Si bien el término resulta, de por sí, bastante largo no faltará quien diga que para enfrentarse ideológicamente a la crisis civilizatoria que soportamos las cuestiones nacionales, el militarismo o la democracia son asuntos centrales a abordar. Pienso que tanto el eco-pacifismo como el socialismo democrático son parte indispensable de la ideología eco-socialista-feminista. El derecho de autodeterminación de los pueblos, la desmilitarización de la sociedad promovida por ecologistas y feministas y la revitalización democrática del sistema político institucional en cualquier parte del mundo, son cuestiones básicas de esta nueva opción ideológica que parte de tres ejes convergentes: la sostenibilidad de los ecosistemas físico-biológicos que mantienen la vida, la superación de la acumulación capitalista como modelo de producción y de consumo y de la democracia liberal representativa como paradigma político-institucional y el rechazo frontal de todas las formas e instituciones de opresión patriarcal.

Socialismo, feminismo y ecologismo, como ya hemos anticipado, deben ir de la mano, no en fila, ni en orden jerárquico. O dicho de otra forma, las experiencias e idearios ecologista y feminista son dos buenos apoyos ideológicos para retomar la lucha anticapitalista, sabiendo que las cuestiones ambientales o la opresión patriarcal no pueden ser relegadas a un segundo plano, como contradicciones secundarias. Además, cada vez más gente es consciente de que la alternativa no vendrá desde arriba, desde las estructuras del Estado, ni desde las geniales ideas de mentes intelectuales privilegiadas sino desde abajo.

Ecologismo y feminismo, como decíamos anteriormente, son ideologías que han fermentado en el seno de los denominados nuevos movimientos sociales; pero sería un error pensar que sólo miran hacia la izquierda, ya que han tenido contacto y cruces con otras ideologías más allá del socialismo.

A nosotros nos interesan ahora las relaciones del ecologismo con la izquierda. Aquí encontramos varias opciones. Las dos más importantes son el eco-socialismo y eco-anarquismo, manteniendo el viejo enfrentamiento ideológico entre Marx y Bakunin. A mi entender esta brecha ideológica entre la familia marxista y anarquista no desaparece pero se reduce drásticamente cuando el ecologismo va por el medio como nexo copulativo.

El joven Marx que describió al trabajo como la “humanización de la naturaleza” y a la vez como “naturalización de lo humano” puso las claves para un socialismo basado en el respeto a los ecosistemas. No obstante, la lectura productivista del marxismo ortodoxo y el sueño en el desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas han sido poco edificantes para el eco-socialismo.

-Es cierto también que el anarquismo históricamente ha casado mejor con las ideas ecologistas. Murray Bookchin, anarquista norteamericano defensor de la ecología social y profesor en el Institute of Social Ecology de Vermont es quizás el mejor exponente del eco-anarquismo pero Piotr Kropotkin y William Morris también han dejado interesantes aportaciones ideológicas para el ecologismo social. La descentralización, la autosuficiencia comunitaria y la cooperación no jerárquica, la participación democrática y la acción directa son las ideas centrales de este ideario eco-anarquista.

A lo largo de su historia el feminismo socialista ha puesto el acento en el sustrato socio-económico del patriarcado; sin embargo, como se ha podido observar en las diversas experiencias socialistas, la igualdad social y económica no han supuesto el fin de la opresión sexual y social de las mujeres. Por eso el feminismo socialista en la actualidad tiene que aceptar los puntos de vista de otros feminismos que atienden a visiones que tratan de ir más allá de las contradicciones económicas. Es interesante reconocer que también el feminismo radical y de la diferencia ha puesto en cuestión la “meritocracia” individualista del liberalismo capitalista. También el feminismo radical ha llamado la atención sobre las limitaciones del individualismo liberal, que esconde el carácter estructural del patriarcado que oprime a las mujeres no como individuos privados de derechos y libertades sino como seres sexuados sistemáticamente oprimidos. Un individualismo opuesto a que las mujeres actúen colectivamente hermanadas y que trata de transcender el sexo y otras identidades colectivas, tratando a todos por igual, esto es como si todo el mundo respondiera al patrón de hombre-blanco-occidental.

Como plantea Joan Kelly, las dos esferas socio-sexuales que han conformado la lucha feminista en las últimas décadas, la de las pensadoras feministas de tradición marxista que han puesto su énfasis en la organización de la producción capitalista fuera del hogar y la del feminismo radical que se han preocupado más por la sexualidad y las relaciones sociales que por el trabajo, han llegado a un punto de complementariedad, donde ya no hay una opresión de clase o raza y otra sexual sino ambas a la vez, no existen espacios y explotaciones por separado, sino que ambas esferas deben superponerse porque la relación entre los sexos actúa de acuerdo con y por medio de estructuras socio-económicas y de sexo-género de forma distinta en cada sociedad, en cada clase y en cada grupo étnico.

Finalmente una autocritica en reconocimiento de las mujeres eco-socialistas. En su interesante obra “Los utópicos post-industriales” el australiano Boris Frankel, al hacer repaso de las propuestas post-capitalistas de R. Bahro, A. Gorz, A. Tofler, B. Jones y otros, hace una dura crítica al olvido de estos autores de las cuestiones relativas a las mujeres en el diseño de la sociedad post-industrial. “Ningún colectivo social tiene mayor interés en las alternativas planteadas a las burocracias del bienestar social que las mujeres. Es fundamental, por tanto, que toda idea de la sociedad post-industrial que aspire a ser pro-feminista pueda demostrar la forma en que las relaciones sociales alternativas eliminarán la desigualdad y discriminación actualmente existentes”.

Esto es algo que ha sido también remarcado con firmeza por Jorge Riechmann. En el capítulo final de su obra “El socialismo puede llegar sólo en bicicleta” asevera que si el sistema capitalista está basado en la acumulación de beneficios, el eco-feminismo defiende que el cuidado de la vida es prioritario y el eco-socialismo que ese cuidado debe hacerse con bien común y bienes comunes. Que necesitamos un eco-socialismo feminista para el siglo XXI. Esta reivindicación se hace desde la crítica a algo que según su visión Marx no llegó a teorizar adecuadamente: “Debemos aprender a arreglárnoslas para conseguir una sociedad sin clases, pero no podemos pretender una sociedad sin trabajo o sin sexos. Los humanos siempre necesitarán trabajar para garantizar su existencia en el marco de la naturaleza, incluso en el nirvana socialista. La gente debe hacer ciertas cosas para sobrevivir y reproducirse, y si esto no se aborda teórica y políticamente, los políticos socialistas nunca conseguirán afrontar con éxito los temas de la subordinación de la mujer o de la degradación ecológica”.

El eco-socialismo se ha basado en la crítica del productivismo y el rechazo a la concepción teórica del marxismo ortodoxo que apostaba por el libre e ilimitado desarrollo de las fuerzas productivas una vez superado el capitalismo, pero a nuestro entender su compromiso contra la opresión de las mujeres, las más de las veces, ha quedado en un segundo plano. Resulta curioso que en la lista de autores que M.Löwy cita como defensores del ideario eco-socialista en los últimos 30 años aparezcan Manuel Sacristán, Raymond Williams, Rudol Bahro, André Gorz, James O`Connor, Barry Commoner, John Bellamy Foster, Joel Kovel, Juan Martínez Alier, Francisco Fernandez Buey, Jorge Riechmann, Jean Paul Deléage, Jean Marie Harribey, Elmar Alvater, Frieder Otto Wolf y… ninguna mujer. No estaría de más recordarle a nuestro amigo Löwy que en el Manifiesto Ecosocialista Internacional redactado por el mismo Löwy y por Kovel en el año 2001 aparecen varias firmantes feministas, algunas bien conocidas como Ariel Salleh. Y que en el Manifiesto Ecosocialista. Por una alternativa verde en Europa firmada por varios europarlamentarios verdes ecosocialistas como el alemán F.O. Wolf y el portugués C. Antunes aparecen también las eurodiputadas Penny Kemp e Isabel Stengers. Y aun más, el capitulo segundo de esta obra colectiva está dedicado a la liberación de las mujeres y analiza las cuestiones del feminismo y el trabajo, el cuerpo y la puesta en cuestión del poder en nuestra sociedad. Y termina concluyendo: “El ecosocialismo será feminista o no será”.



FUENTE: VIENTOSUR.INFO

(*) Iñaki Barcena forma parte del Consejo Asesor de VIENTO SUR, es profesor de la UPV-EHU, activista de Ekologistak Martxan y partícipe en el nacimiento, estos días, de la Fundación hitz&hitz (palabra-y-palabra). Estas tres instituciones han organizado los días 7 y 8 en Bilbao unas jornadas sobre “Cambio climático, transición ecológica y reparto del trabajo” que se celebrarán en el Bizakaia Aretoa (Paraninfo en Abando Ibarra) de la UPV-EHU a partir de las 19 h.

martes, 21 de octubre de 2014

Ernesto "Che" Guevara: quién era

El pasado 9 de octubre se cumplieron 47 años de la muerte de Ernesto "Che" Guevara, y vamos a aproximarnos, desde este pequeño mundo sin fronteras, a su persona, convertida en un icono revolucionario que ha trascendido más allá de las fronteras de su pueblo de origen, para convertirse en ejemplo de quienes, en el mundo, aspiran a un futuro mejor.




Ernesto Guevara de la Serna, el Che, nació en 1928 en Rosario (Argentina). A los dos años, después de una grave enfermedad, se le diagnostica una afección asmática que hace que su familia decida trasladarse a la provincia de Córdoba, donde transcurren su infancia y adolescencia. Tras el comienzo de la Guerra Civil Española, su padre, Ernesto Guevara Lynch, crea un comité de ayuda a los republicanos españoles que despierta sus inquietudes infantiles y le hace tomar contacto, por primera vez, con la realidad política y social. En 1947, se traslada con su familia a Buenos Aires. Habiendo sido declarado no apto para realizar el servicio militar, Guevara ingresa en la Facultad de Medicina y comienza a interesarse por la política, aunque no milita en ningún partido. Sus padres se separan y él permanece junto a su madre y sus tres hermanos en una vieja
casona. Es en este mismo año cuando realiza su primera gran aventura: recorrer la Argentina en una bicicleta a la que añadió un pequeño motor, luego se alistará como tripulante en barcos de flota mercante en viajes por la costa.

En 1951, emprende, junto a su amigo, el médico Alberto Granado, un viaje en motocicleta comenzando por el sur argentino y siguiendo viaje hacia el norte pasando por Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, desde donde viaja en avión a Miami -donde permanece un mes- para regresar finalmente a Buenos Aires. La experiencia, recogida en un cuaderno y publicada como Mi primer gran viaje, es el primer contacto directo de Guevara con la realidad social latinoamericana. El contacto con las condiciones extremas en que sobrevivían los mineros chilenos y su trabajo en la leprosería peruana de San Pablo, a orillas del Amazonas, fueron momentos cruciales para la formación de la sólida ideología revolucionaria que ya nunca lo abandonaría.

Tras su retorno, termina la carrera de medicina y se gradúa en 1953 con una tesis sobre las alergias. Decide reencontrarse con Granado, quien se había quedado en Venezuela, pero antes pasa por Bolivia, atraído por la nueva experiencia del gobierno revolucionario de Paz Estensoro. En La Paz, conoce al abogado argentino Ricardo Rojo, posteriormente autor de una de sus biografías -Mi amigo el Che-, con quien llega, haciendo autostop, a Perú y a Ecuador, donde se enteran de la noticia de la reciente revolución guatemalteca.

Luego de pasar por Nicaragua, hasta donde había llegado el Che por tierra, viajan a Costa Rica donde entra en contacto con dirigentes políticos como Rómulo Betancourt o Juan Bosch y conoce a los líderes del Movimiento 26 de Julio, sobrevivientes del asalto al Moncada y exiliados de Cuba. Será recién llegado a Guatemala, donde comparte la pensión con otros exiliados, cuando empieza a sentirse atraído por la situación social cubana, mientras profundiza su formación marxista. Cuando el golpista Castillo Armas invade Guatemala, Guevara solicita participar de la resistencia, pero se le niega el permiso. Trabaja en la defensa civil ayudando a las víctimas y haciendo transportes de armas. Tras caer el gobierno democrático del presidente Arbenz, el nuevo gobierno golpista de Castillo de Armas, apoyado por la United Fruit Company y el gobierno estadounidense contrarios a las reformas iniciadas por Arbenz, desata una represión feroz y el nombre del Che figura entre los condenados a muerte. Finalmente, se salva gracias a la intervención del embajador argentino en Guatemala, Sánchez Toniuzo, que lo asila en la sede diplomática, pero el Che rechaza volver a Argentina y dos meses después obtiene un salvoconducto para viajar a México.


En México, gracias a su futura mujer, la exiliada peruana Hilda Gadea con quien había coincidido en Guatemala, conoce a Raúl Castro. Empieza a participar de las reuniones del "26 de Julio". En julio de 1955 llega a México Fidel Castro, liberado de la prisión de la Isla de Pinos, quien designa a Guevara como médico de la expedición que se propone formar, con el objetivo de regresar a la lucha revolucionaria en Cuba. En agosto de 1955, se casa con Hilda Gadea, y el 15 de febrero de de 1956 nace su primera hija, Hildita. Pese a las dificultades -se les confiscan las armas por orden del gobierno mexicano-, los preparativos y el entrenamiento, dirigido por un republicano español en el exilio, no cesan. La fecha de la invasión a Cuba queda fijada para el mes siguiente. Una delación que les cuesta casi dos meses de cárcel posterga la partida que, finalmente, tiene lugar el 25 de noviembre, un viaje de cinco días en el yate Granma que habría de coincidir con la huelga general dirigida por Frank País. El desembarco se retrasa y la huelga es finalmente aplastada. Finalmente se produce el desembarco de los ochenta y dos combatientes que forman la columna en la isla, sufriendo el grupo una derrota y Guevara recibe dos heridas de bala sin consecuencias. La primera victoria de los guerrilleros se produce el 17 de enero de 1957.

El New York Times envía a Herbert Matthews, quien, mediante su informe y un reportaje a Fidel Castro, gana la simpatía del público para el pequeño grupo enfrentado a un ejército muy superior en soldados y recursos. Las notas del periodista entusiasman al pueblo cubano, que colabora cada vez más con los insurgentes, mientras Guevara es ascendido por Castro a comandante. Conduce las victorias de El Hombrito y La Mesa y funda el primer periódico de la guerrilla, El cubano libre.

En 1958, Guevara instala en La Mesa una especie de cuartel general de información con transmisiones de radio (Radio Rebelde) de los partes de guerra y propaganda revolucionaria. La guerra continúa y las fuerzas insurgentes se consolidan. Guevara se pone al frente, junto a Camilo Cienfuegos, de la Columna Invasora Nº 8 y cruza la isla en un penoso viaje de más de seiscientos kilómetros. En diciembre conoce a Aleida March. Al llegar al Escambray unifica las distintas formaciones guerrilleras. Mientras tanto, Fidel avanza sobre Santiago de Cuba.


La unión de las diversas columnas permite al Che tomar la estratégica ciudad de Santa Clara, el 31 de diciembre de 1958. La acción precipita la caída de la dictadura de Batista. Fidel Castro llega hasta el lugar y decreta la reforma agraria en la provincia. Finalmente, el 1 de enero de 1959, Batista parte al exilio. El 5 del mismo mes es nombrado como Presidente el candidato revolucionario Manuel Urrutia Lleó y el 8 de enero, las fuerzas revolucionarias entran victoriosas en La Habana.

El Che se divorcia de Hilda Gadea y el 9 de junio de dicho año se casa con Aleida March, quien militaba en el Movimiento 26 de Julio, e inicia una serie de viajes. En la República Árabe Unida se entrevista con Nasser, quien lo proclama "gran libertador de los oprimidos", en la India se reúne con Nehru y en Belgrado con Tito. A su regreso a Cuba es designado presidente del Banco Central. En 1960, Guevara participa de las negociaciones con los soviéticos para el establecimiento de convenios comerciales entre rusos y cubanos. En octubre de este año, parte a Europa en una misión económica, para dirigirse luego a China, donde se entrevista con Mao Tsé Tung y firma con Nikita Kruschev el tratado de amistad cubano-soviético.

El 3 de enero de 1961, los Estados Unidos anuncian la ruptura de relaciones con el gobierno cubano. En febrero del mismo año, Guevara acepta ser Ministro de Industria y el 17 de abril se produce la invasión de Bahía Cochinos (Playa Girón), donde Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución Cubana. Ante la derrota yanqui, el Che dirá: "... es la primera derrota del imperialismo en América Latina y en escala mundial". Después de la invasión, viaja a Punta del Este, donde participa en la reunión del Consejo Económico y Social de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.), en la cual interviene para presagiar el fracaso de la Alianza para el Progreso, política que impulsaba el gobierno demócrata de Kennedy. Mantiene reuniones secretas con el presidente argentino, Arturo Frondizi, y con el brasileño, Janio Quadros, quienes serían derrocados más tarde por golpes militares.


Su papel en el proceso de la Revolución Cubana es cada vez más importante y en 1962 compone, junto a Fidel y Raúl Castro, Osvaldo Dorticós, Blas Roca y Emilio Aragonés, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas. En octubre de ese año se produce la llamada "crisis de los mísiles", cuando el gobierno estadounidense denuncia la presencia de armamento soviético en la isla. El conflicto termina con la retirada soviética, lo cual pone en solfa el alcance del apoyo de Nikita Kruschev al gobierno de Fidel Castro, a pesar de los zapatazos que el dirigente soviético propinó en una mesa de la ONU. En junio de 1963, Guevara llega a Argelia y en 1984 preside la delegación cubana ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y viaja nuevamente a Argel, donde se entrevista con Ben Bella.

El año 1965 estará marcado por numerosos viajes a África, en especial al Congo y a Guinea, tratando de profundizar en la tendencia marxista-leninista, además de combinar la participación de guerrilleros cubanos en las fuerzas insurrectas en Angola. El 25 de febrero, el Che ataca duramente a la Unión Soviética en un discurso en Argel, por estar en total desacuerdo con su visión del socialismo: el Che propone crear un gran grupo compacto de naciones en proceso de liberación, asistiéndose mutuamente de forma gratuita, mientras que la URSS rechaza la propuesta. Pero al volver a Cuba, el 15 de marzo, debe dar explicaciones y se reúne con Fidel Castro durante 48 horas; lo que hablaron nunca trascendió.


Esta conversación, sin embargo, parece que fue determinante para la aparición de la primera fisura en la revolución cubana: Guevara se retira de la arena política. Finalmente, en julio, Guevara aparece en el Congo, al frente de un grupo guerrillero cubano, para luchar contra el gobierno de Moisés Tshombé, que contaba con el apoyo belga y estadounidense. A la decepción que le produjo la guerrilla congoleña se suma la lectura pública, por parte de Castro, de tres cartas de despedida, una dirigida a Fidel, otra a sus padres y la restante a sus hijos. Esta decisión sorprendió y decepcionó al Che, al entender que -en la práctica- se le expulsaba de Cuba. La consecuencia inmediata en el Congo fue, como él cuenta en su diario, que sus compañeros vieran en él a un extranjero colaborando con los cubanos, a pesar de que un decreto del propio Gobierno cubano le había concedido dicha nacionalidad. A finales de noviembre, el Che y el resto de cubanos, salen del Congo, después de siete meses de una guerra absurda y ajena. En ese país, con el nuevo nombre de Zaire, toma el poder Mobutu. 

El Che ya no quería volver a Cuba y en Dar es Salaam, en la embajada cubana, recupera energías y reflexiona sobre la experiencia congoleña. Fidel, con cierta culpabilidad y obligado, sin duda, por su enorme popularidad en la isla, le pide que vuelva. El Che viaja a Praga y permanece allí casi cuatro meses, también en clandestinidad. Y de esa misma condición y disfrazado, regresa a Cuba, para organizar el siguiente objetivo. En agosto de 1966 entra en Bolivia con una credencial de observador de la OEA, afeitado y calvo, luciendo gafas. Ahora es Ramón Benítez. Allí recorre el país conversando con los diversos grupos guerrilleros y comienza la acción sin el apoyo del Partido Comunista Boliviano. La experiencia es recogida en el Diario del Che en Bolivia. El 8 de octubre de 1967, tras ser herido en una pierna cae prisionero, en un lugar denominado quebrada del Churo, por una patrulla de rangers con mando norteamericano y posteriormente es asesinado, en la escuela de La Higuera, según las órdenes del régimen boliviano, presionado -al parecer- por la CIA. Luego se exhibe su cuerpo a los periodistas y curiosos en un lavadero, antes de enterrarlo en un lugar que no fue descubierto hasta 1997; se le cortan las manos para que no pueda ser posteriormente identificado mediante las huellas dactilares. 

Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Che, el apodo que recibiera de sus compañeros de guerrilla en la Sierra Maestra, entra en la historia para siempre y su imagen recorre el mundo como un símbolo de la libertad y de la lucha contra la opresión. Su inmortal imagen, retratada por el fotógrafo cubano Alberto Korda, se comercializa en camisetas, banderas y recuerdos en ferias y tiendas del mundo entero, pero este reduccionismo consumista no podrá ocultar a las nuevas generaciones la fuerza y el temple de un hombre que cambió la figura del revolucionario.

En la carta de despedida a sus padres, decía el Che: "Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con la adarga al brazo... Muchos me dirán aventurero, y lo soy; sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades...". Y, sobre estas palabras, el escritor Víctor Montoya dice en su artículo Che: "Así te recordamos, comandante, con la estrella en la boina y el porvenir en la mirada". 

Así le recordará la historia viva, la que no olvida, que seguirá cantando: ¡Hasta siempre, comandante...!


lunes, 20 de octubre de 2014

Los estremecedores testimonios de cómo y quiénes asesinaron a Víctor Jara

El pasado 16 de septiembre se cumplieron 41 años del asesinato de Víctor Jara, músico, cantautor, profesor, director de teatro, activista político y militante del Partido Comunista de Chile; un referente internacional de la canción protesta y uno de los artistas más emblemáticos del movimiento músico-social llamado "Nueva Canción Chilena". Su asesinato conmocionó al mundo envuelto en una nebulosa de dudas, de incertidumbres, a los que queremos dar un poco de luz a través de estos testimonios estremecedores acerca de cómo y de quiénes asesinaron a este mito de la revolución, de la libertad y de la vida: Víctor Jara.

Las confesiones de los involucrados, entre ellos un conscripto que participó en forma directa en el crimen, permiten conocer las estremecedoras últimas horas de vida de Víctor Jara y la forma en cómo lo mataron en uno de los camarines del subterráneo del Estadio Chile. También la historia nunca antes contada de cómo se rescató su cuerpo desde la Morgue. Junto al artista, fueron acribilladas otras 15 personas, entre los que se encontraba el ex Director de Prisiones, Litre Quiroga. Los detalles del asesinato fueron recabados en la presente investigación de CIPER. 

El caos, la incertidumbre y el miedo que reinaron en el país durante los primeros días tras el golpe militar de 1973 parecían, hasta ahora, haberse conjugado de manera perfecta para que el asesinato del destacado folclorista Víctor Jara siguiera siendo un enigma judicial, llevando incluso al juez que instruye el proceso, Juan Eduardo Fuentes, a cerrar el caso a mediados del año 2008, con un solo procesado como responsable del crimen: el comandante César Manríquez Bravo, jefe del improvisado campo de prisioneros que se instaló en el Estadio Chile a partir del 12 de septiembre de ese año (1973).

La decisión del magistrado fue cuestionada por los querellantes del caso, quienes incluso obtuvieron el respaldo del entonces subsecretario del Interior Felipe Harboe, para pedir la reapertura de la investigación, llamado al que se sumaron varios parlamentarios de la Concertación. La urgencia por revocar la decisión de Fuentes fue tal que incluso la autoridad gubernamental se sumó al emplazamiento público que hizo la viuda del artista, Joan Turner, para que cualquiera de las cerca de 6.000 personas que pasaron por el recinto deportivo en esa fecha (entre detenidos y uniformados), que pudiera tener antecedentes del asesinato se acercara a entregarlos, incluso, bajo la más estricta reserva.

Nelson Caucoto, abogado de la familia Jara Turner, relata que se recibieron muchas colaboraciones que podían aportar a esclarecer el homicidio, lo cual le permitió presentar un escrito solicitando más de 90 nuevas diligencias al juez. Y Juan Eduardo Fuentes reabrió el caso.

Sin embargo, ninguno de estos datos entregó pistas concretas para llegar a los responsables del crimen, cuyas identidades quedaron bajo el secreto de un grupo reducido de oficiales y conscriptos que estuvieron a cargo de interrogar a los detenidos en los camarines ubicados en los subterráneos del Estadio Chile. Fue la exhaustiva búsqueda de los conscriptos de distintos regimientos que estuvieron después del golpe en el Estadio Chile, la que terminó por dar las pistas de quienes fueron los uniformados que ultimaron con ráfagas de fusil a los cerca de 15 detenidos -entre ellos Víctor Jara- que fueron apartados de los restantes prisioneros al producirse su traslado al Estadio Nacional, entre el 16 y 17 de septiembre de 1973.

Las primeras horas del final

En la madrugada del 11 de septiembre de 1973, personal de varios Regimientos
militares ubicados en regiones se trasladaron a Santiago, bajo la excusa de realizar los preparativos de la Parada Militar, para conmemorar el día de las Glorias del Ejército. Así arribaron a Santiago las unidades de La Serena y el Maipo, las que se constituyeron en el Regimiento Tacna. Otros efectivos provenientes de Calama y de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes -comandada por el coronel Manuel Contreras Sepúlveda, quien a los pocos días iniciaría la organización de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA)- lo hicieron en las dependencias de Arsenales de Guerra. 

Cerca de las cinco de la mañana de ese día, las tropas apostadas en esta última repartición fueron informadas del golpe de Estado, bajo la arenga del teniente Pedro Barrientos, quien los emplazó a participar en la toma del territorio capitalino bajo la premisa que en esa misión no habían rangos, que todos eran importantes en ese crucial y patriótico acontecimiento. El episodio ha sido relatado en las declaraciones judiciales de varios conscriptos de los regimientos Maipo y Tejas Verdes que llegaron desde la Quinta Región.

Tras el bombardeo a La Moneda y la muerte de Salvador Allende, cerca de 600 estudiantes y profesores se amotinaron en la Universidad Técnica del Estado (UTE, actual USACH) para resistir la ocupación militar. Sin llegar a producirse enfrentamientos, ya que casi no tenían armas, fue muy poco el tiempo durante el cual pudieron oponerse a la entrada de los uniformados.

Pasadas las dos de la tarde del 12 de septiembre comenzó el desalojo de los académicos y alumnos. Entre escenas de gran violencia y dramatismo fueron detenidos y trasladados al Estadio Chile. En ese grupo se encontraba Víctor Jara Martínez, profesor de esa casa de estudios. El procedimiento fue dirigido por el entonces capitán Marcelo Moren Brito, quien luego se transformaría en uno de los más temidos agentes operativos de la DINA. Al momento de ingresar al Estadio Chile, convertido en campo de prisioneros, a los detenidos se les quitaban sus especies de valor, se les anotaba su nombre y filiación política.

Antes de ello, durante la tarde del 11 de septiembre, después de encargarse del funeral de Salvador Allende, el comandante César Manríquez fue encomendado por el general Arturo Viveros -jefe del Comando de Apoyo Logístico y Administrativo del Ejército (CAE)- para crear el primer recinto de detención que se debía instalar en el Estadio Chile. A la mañana siguiente, Manríquez se constituyó en el recinto. Poco después comenzaron a llegar los miles de detenidos que arribaban en buses de la locomoción colectiva y camiones del Ejército.

Según las propias declaraciones de Manríquez que, hasta ahora, era el único procesado en el caso, lo ocurrido al interior del recinto deportivo -construido sólo cuatro años antes de los hechos- era un escenario "dantesco" debido a la gran cantidad de prisioneros (5.600, según sus cálculos). El ex uniformado asegura que sólo contó con personal de apoyo del CAE para custodiar el recinto, pero que en los subterráneos del edificio se constituyeron oficiales de Inteligencia de las distintas Fuerzas Armadas, cuyas identidades desconocía, ya que no habrían estado bajo su mando.

Ésa es la razón con la que justificó haber montado una escena de terror para amedrentar a los detenidos. Colocó dos ametralladoras punto 50 -usadas en la Segunda Guerra Mundial- en los balcones del edificio, las que eran publicitadas por los parlantes como las "sierras de Hitler, capaz de partir a una persona en dos". En el segundo piso también se instalaron potentes focos de luz, que permanecían encendidos día y noche provocando que todos los que permanecieron al interior del Estadio perdieran la noción del tiempo.

Los primeros días de encierro fueron caóticos, ya que incluso se reventaron algunos alcantarillados, generando problemas de insalubridad. Tampoco tenían alimentos ni para los soldados ni menos para los prisioneros. La escasez de comida incluso provocó que los mismos militares saquearan negocios aledaños al recinto. Sólo al cuarto día, el 16 de septiembre, se recibieron algunas raciones para los soldados, según declaró el capitán David González Toro, encargado de abastecimiento del recinto.

Se desconoce la hora a la que ese miércoles, 12 de septiembre, arribaron los miembros de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas. Lo que sí se sabe es que, tras su llegada, comenzaron a interrogar a los detenidos. Todo se anotaba en una ficha previamente confeccionada, donde se consignaba el nombre, la cédula de identidad, domicilio, filiación política, antecedentes de la detención y observaciones. En la parte inferior del documento, se añadía un pronunciamiento del interrogador en el que debía calificarlo como prisionero bajo las siguientes premisas: ley de control de armas, marxista o comunista y sobre la necesidad o no de someterlo a Consejo de Guerra.

Según diversos testigos que han declarado en el caso, previo al traslado al Estadio Nacional hubo muchos hechos de violencia en contra de los prisioneros. Se ha determinado que, al menos, tres personas habrían perdido la vida en las graderías del recinto. Una persona de contextura pequeña y delgada que muchos confundieron con un niño y que en un acto de desesperación se abalanzó sobre un conscripto, quien reaccionó descargando una ráfaga en su abdomen. Según testimonios, el comandante Manríquez felicitó al soldado por su "heroica labor". Otro prisionero se lanzó del segundo piso gritando ¡Viva Allende!, mientras que un hombre joven fue muerto a golpes de culata en su cabeza por haberse negado a cumplir órdenes de los militares.

A esta cifra se suman otras 15 personas que habrían sido acribilladas junto a Víctor Jara en los subterráneos del Estadio, según la confesión del primer hombre en ser individualizado por la justicia como uno de los autores del asesinato del destacado folclorista. 

Los hombres de Tejas Verdes

En sus declaraciones, todos los conscriptos que viajaron desde la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes (dirigida entonces por el coronel Manuel Contreras) a Arsenales de Guerra, en Santiago, coinciden en que las tropas venían bajo el mando del capitán Germán Montero Valenzuela, sumando un contingente de aproximadamente un centenar de soldados y una veintena de oficiales.

El 12 de septiembre, al llegar al Estadio Chile, el contingente quedó a cargo del comandante Mario Manríquez. Entre los oficiales que participaron en esta misión, los conscriptos mencionan a los tenientes Nelson Haase y Rodrigo Rodríguez Fuschloger, y a un subteniente que tendrá un papel decisivo en el asesinato de Víctor Jara.

La primera confesión que obtuvo el juez Fuentes sobre el crimen fue la del ex conscripto José Alfonso Paredes Márquez (55 años). El entonces joven de 18 años llegó a Santiago durante la madrugada del 11 de septiembre de 1973, proveniente de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, donde desde abril de ese año realizaba su servicio militar.

Durante el día en que la vida de los chilenos se partió en dos, su sección fue enviada, al mando del teniente Pedro Barrientos, a custodiar el camino Padre Hurtado. Paredes dice haber sido una suerte de guardaespaldas del teniente Barrientos.

Al mediodía del 12 de septiembre, el contingente se trasladó, primero a Arsenales de Guerra y luego a la Universidad Técnica (actual USACH). Allí, pasadas las dos de la tarde, procedieron a trasladar a los detenidos al Estadio Chile. El mencionado oficial, junto a Paredes, acompañaron a bordo de un jeep la caravana de buses de la locomoción colectiva que trasladaron a los prisioneros. Una vez la misión cumplida, regresaron a Arsenales de Guerra.

El 16 de septiembre, cerca de las 18:00 horas, el escuadrón de militares llegó
hasta el Estadio Chile, donde se presentaron ante un oficial de rango superior cuya identidad desconoce, quien les ordenó vigilar las casetas de transmisión del recinto. Y en el interior del Estadio, los otros conscriptos comentaban que ahí estaban detenidos el Director de Prisiones, Litre Quiroga, el cantautor Víctor Jara y el Director de Investigaciones, Eduardo "Coco" Paredes.

Siempre según la confesión de Paredes, al día siguiente fue enviado al sector del subterráneo. Y permaneció como centinela en la puerta de uno de los camarines destinados a los detenidos. En ese camarín había 5 o 6 oficiales de otros regimientos, con tenida de combate, cuya identidad desconoce. Los vio escribir en unos papeles los datos que le respondía un detenido al que observó sentado frente a un escritorio. En otro ángulo del camarín, Paredes vio a otros prisioneros mirando hacia la pared. 

Unas horas después, llegaron a la habitación el teniente Barrientos y el subteniente que bajo las órdenes de Haase y Rodríguez estaba a cargo de los conscriptos. Traían a un detenido. Fue entonces que dice haber sido llamado, junto al conscripto Francisco Quiroz Quiroz (55 años), y que se les comunicó que el detenido era Víctor Jara. El grupo lo comenzó a insultar por su condición de comunista. Paredes lo miró y lo reconoció. Víctor Jara quedó allí, en ese camarín, custodiado por Quiroz.

Más tarde, recordará el principal testigo, el teniente Barrientos lo mandó nuevamente al subterráneo, al mismo camarín. Pero esta vez Paredes no encontró a nadie: ni interrogadores ni detenidos y tampoco a Víctor Jara. Pasaron las horas hasta que Paredes vio nuevamente llegar a los oficiales interrogadores. La orden fue precisa: traer a los detenidos que figuraban en una lista que uno de los oficiales le entregó a un cabo. Y nuevamente el mismo procedimiento: interrogatorio y las anotaciones en cada una de las fichas.

Y llegó la noche. Paredes se encontraba de centinela en el mismo camarín del subterráneo cuando observó el ingreso de unos quince detenidos. Y entre ellos reconoció a Víctor Jara y también a Litre Quiroga. Ambos fueron lanzados contra la pared. Detrás de los prisioneros, Paredes vio llegar al teniente Nelson Haase y al subteniente que también estaba a cargo de los conscriptos. Y fue testigo del minuto preciso en que el mismo subteniente comenzó a jugar a la ruleta rusa con su revólver apoyado en la sien del cantautor. De allí salió el primer tiro mortal que impactó en su cráneo. 

El cuerpo de Víctor Jara cayó al suelo de costado. Paredes observó cómo se convulsionaba. Y escuchó al subteniente ordenarle a él y a los otros conscriptos que descargaran ráfagas de fusiles en el cuerpo del artista. La orden se cumplió. Todo lo que ocurrió fue presenciado por Nelson Haase, quien se encontraba sentado detrás del escritorio de interrogación. Según el protocolo de autopsia, el cuerpo del cantautor tenía aproximadamente 44 impactos de bala en su cuerpo. 

Pocos minutos después, el mismo subteniente que le disparó en la cabeza solicitó el retiro del cuerpo. Llegaron unos enfermeros con camilla, lo levantaron y metieron al interior de una bolsa y luego lo cargaron hasta la parte trasera de un vehículo militar estacionado en el patio del recinto, al costado nororiente. 

No fue fácil para José Alfonso Paredes Márquez confesar ante el juez lo que vio y protagonizó. Primero fue renuente a reconocer su real participación en los hechos. Y finalmente se quebró, empezó su relato y ya no paró. Este obrero de la construcción que fabrica casas en la zona del litoral central, reveló haber guardado el secreto durante casi 36 años, sin siquiera habérselo contado a su mujer. También hizo una aclaración ante el juez: durante los días posteriores al golpe, y como trabajaban casi 24 horas al día, la oficialidad les entregaba estimulantes para evitar el sueño y el hambre, por lo cual su relato podía no ser exacto en las fechas.

Lo que Paredes y otros conscriptos sí recordaron fue lo que pasó luego que el cuerpo de Víctor Jara desapareció del camarín. Los otros 14 detenidos que venían con el cantautor y director teatral fueron acribillados con fusiles percutados por los propios conscriptos y oficiales presentes. Entre las víctimas cayó asesinado Litre Quiroga. Sus cuerpos también fueron cargados en el mismo vehículo. Poco después y al amparo de la noche, todos ellos fueron abandonados en la vía pública.

El último vía crucis de Víctor Jara

Durante la reconstitución de los hechos, los testigos pudieron recrear el miedo y el caos reinante en el Estadio Chile, clima al que tampoco escapaban. Escenas que enlazadas permiten reconstruir en forma difusa las últimas horas de vida de Víctor Jara y en las que aparecen nuevamente personajes ya conocidos.

Durante sus cuatro días de cautiverio, Jara fue reconocido por un oficial de Ejército que se hacía llamar "El Príncipe". Otros testigos señalan que ese reconocimiento lo hizo un militar que no coincide con las características del mítico personaje del Estadio Chile (*), quien fue descrito como de una estatura superior a 1.80 metros, rubio, de tez blanca, cara redondeada y de contextura atlética. 

En lo que sí coinciden los testimonios de los prisioneros es en que Víctor Jara fue interrogado al menos dos veces en los camarines del recinto, ubicados en la zona nororiente del subterráneo. Allí fue sometido a diversas torturas, entre ellas la fractura de sus manos a golpes de culata.

Tras la segunda de esas sesiones, Víctor Jara logró acercarse a personas que habían sido detenidas en la UTE, quienes lo limpiaron y trataron de cambiar su aspecto cubriéndolo con una chaqueta azul y cortándole su pelo negro rizado con un cortauñas. Los últimos detenidos que lo vieron con vida han dicho que estaba muy golpeado, con la cara hinchada y sus manos fracturadas. Muchos coinciden en que durante el traslado al Estadio Nacional, que duró muchas horas, su cuerpo sin vida fue visto en el hall del recinto, junto a otros cadáveres.

Se estima que el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado el 17 de septiembre en las afueras del Cementerio Metropolitano, por funcionarios de la Primera Comisaría de Carabineros de Renca, quienes lo trasladaron como N.N. (como una persona no identificada) al Instituto Médico Legal. 

Un funeral sin flores y en silencio

En los últimos meses de la investigación se han rescatado reveladores testimonios inéditos que ayudan a entender por qué, a diferencia de los otros prisioneros asesinados en el Estadio Chile, el cuerpo de Víctor Jara fue encontrado por su familia y pudo ser enterrado de manera clandestina en el Cementerio General.

Después de guardar silencio durante 35 años, Héctor Herrera Olguín, ex funcionario del Registro Civil y quien actualmente reside en Francia, relató ante el ministro Juan Eduardo Fuentes lo que vivió en esos días. Herrera explicó que el 15 de septiembre de 1973, el oficial designado como director interino del Registro Civil lo envió en comisión de servicio al Instituto Médico Legal (IML), lugar en donde se le ordenó medir, tomar las características físicas y las huellas de los cuerpos apostados en el estacionamiento del recinto.

Herrera calcula que había unos 300 muertos apostados en ese lugar, entre los cuales vio niños y mujeres. Unos veinticinco estaban rapados. Todos eran jóvenes. Le dijeron que correspondían a extranjeros. Durante todo el día Herrera vio llegar camiones del Ejército con más cuerpos. Y cada vez los mismos movimientos: los conscriptos los tiraban al suelo al interior del estacionamiento y luego, con algo más de delicadeza, funcionarios del IML los recogían y los apilaban en distintas partes de ese sector.

La investigación deberá determinar la fecha exacta en que fue asesinado Víctor Jara. Pero lo cierto es que el ex funcionario del Registro Civil recordó ante el juez que el 16 de septiembre, alrededor de las 9:00 horas, una persona a la que identifica como "Kiko", oriundo de Chiloé, le señaló que entre los cuerpos apilados parecía estar el de Víctor Jara. Y con sigilo lo llevó frente al cuerpo. Al principio Héctor Herrera dudó que se tratara del mismo famoso cantautor. Estaba muy sucio, con tierra en las heridas, el cabello apelmazado entre tierra y sangre. A simple vista se le notaban heridas profundas en ambas manos y en la cara. Y tenía sus ojos abiertos, pero con una mirada tranquila. En una de sus muñecas vio un alambre con un pedazo de cartón donde estaba anotado "Octava Comisaría".

Para salir de la duda, Héctor Herrera a escondidas anotó su número de ficha, sus características físicas y sus huellas dactilares. Para ello tuvo que abrir sus manos. No fue fácil: las tenía empuñadas, muy rígidas. Lo hizo con la ayuda de "Kiko", comprometiéndose ambos a no decirle a nadie lo ocurrido. Terminada la misión, dejaron el cuerpo en el mismo lugar.

A primera hora del día siguiente, Herrera se fue directo a la sección dactiloscópica del Registro Civil, en la calle General Mackenna. Allí y en la más completa reserva, le pidió a la funcionaria Gelda Leyton, que le buscase la ficha de Víctor Jara. A eso del mediodía, ambos comprobaron que efectivamente habían asesinado a Víctor Jara. Volvió a revisar los registros del cantautor. Y se percató que era casado. Anotó los datos de su esposa, Joan Turner Robert, y su dirección.

Ya había amanecido cuando el 18 de septiembre, en la casa de Víctor Jara, en la
calle Plazencia, en Las Condes, Joan Turner escuchó que alguien llamaba a su puerta. Salió a mirar desde una ventana del segundo piso. Un hombre al que no conocía le dijo que necesitaba hablar con Joan Turner. Ella bajó y se acercó a la reja de la casa. Herrera recuerda haberla visto muy nerviosa. Se identificó como funcionario del Registro Civil y le relató lo que había vivido.

Poco después ambos partieron de la casa en la renoleta de Joan Turner en dirección al IML. Entraron juntos. Pero no encontraron el cuerpo de Víctor Jara en el lugar donde Herrera recordaba muy bien haberlo dejado la tarde anterior. Se inició la búsqueda. Y llegaron al segundo piso del edificio, sitio a donde habían llevado los cadáveres que estaban para las llamadas "autopsias económicas". En el lugar Nº 20 estaba el folclorista. El cuerpo fue abrazado por su esposa, quien lloró en silencio tratando de no despertar sospechas. Estaba muy consciente de que no tenía autorización alguna para estar ahí.

El trámite del certificado de defunción lo realizaron en el primer piso. Para poder sacar el cuerpo en día feriado, Herrera invocó su calidad de funcionario del Registro Civil. Al ser consultado en la ventanilla por la causa de muerte y fecha de la misma, requisito indispensable para llenar el documento de defunción, Herrera sólo atino a decir que falleció por herida de bala el 14 de septiembre a las 5:00 horas. Fue el apresurado cálculo que logró hacer en esos pocos minutos al recordar que el cuerpo de Víctor Jara habría llegado al IML antes que él lo descubriera. La hora la sacó de un poema que le vino a la memoria sobre fusilados.

Como el cuerpo debía ser sacado en una urna y la esposa de Víctor no tenía dinero para comprarla, Héctor Herrera se contactó con su amigo Héctor Ibaceta Espinoza, a quien le pidió ayuda. Juntos fueron hasta calle Agustinas, en el centro de Santiago, a buscar el dinero. Pero Ibaceta decidió acompañarlos.

Alrededor del mediodía de ese 18 de septiembre, llegaron con el ataúd al IML. Sólo los dos hombres ingresaron a buscar el cuerpo de Víctor Jara. Su cadáver desnudo fue trasladado en una camilla metálica con su ropa doblada a los pies. Recogieron el cuerpo y lo pusieron dentro de la urna. La ropa fue depositada a sus pies. Lo cubrieron con un poncho nortino que traían y encima la mortaja. Cerraron la urna. El ataúd lo ubicaron en una sala que se utilizaba como velatorio. 
"Nos prendieron unas cuatro ampolletas e hicimos entrar a Joan para que se quedara a solas con él, para que se despidiera de su marido. Estuvo alrededor de una hora -recordó el ex funcionario del Registro Civil.
Herrera agregó: "Posteriormente, concurrí al Cementerio General, ubicado al frente, para solicitar un carrito para trasladar el cuerpo, ya que era muy caro hacerlo en una carroza. Una señorita me indicó que no se podía hacer eso, pero al ver el nombre del occiso me dijo que para él sí se podía. Volví al IML en compañía de un funcionario del Cementerio. Entre los cuatro colocamos el ataúd en el carro y lo trasladamos al campo santo, enterrando a Víctor Jara en un modesto nicho al final del recinto donde se encuentra hasta hoy. Fue enterrado sin flores y con la sola presencia de nosotros tres". 

Héctor Herrera siguió trabajando en el Registro Civil hasta 1975. Desde 1969 y hasta el día en que se fue se desempeñó en el departamento de Carné de Identidad. Debió abandonar el país como miles de otros chilenos llevando consigo un secreto que Joan Turner también guardó para protegerlo y que hoy le pertenece a todos los chilenos que podrán cantar con nuevas esperanzas "Levántate y mírate las manos. Para crecer, estréchala a tu hermano".

(*) El oficial al que llamaban "Príncipe"

Casi como mito urbano, la figura de un despiadado oficial del Ejército, de contextura atlética, estatura superior a 1.80 metros, ojos claros y pelo rubio, quien habría vociferado entre los detenidos que no necesitaba micrófono para hablar porque tenía "voz de príncipe", ha sido adjudicada a por lo menos dos ex militares que habrían estado entre los uniformados que custodiaron el Estadio Chile.

Varios de los detenidos han declarado que este fue el uniformado que más se ensañó con Víctor Jara, siendo uno de los primeros que apartó desde el grupo de detenidos de la UTE. Algunos de los testimonios apuntaron al ex agente de la DINA Miguel Krassnof Martchenko como el que actuó en contra del cantautor. Sin embargo, otros lo niegan rotundamente, ya que señalan que es más bajo de estatura (1.70 metros aproximadamente) y que su color de pelo es más oscuro que el militar que se ha tratado de identificar. 

Con el correr de los años, surgió otra identidad que podía corresponder a "El Príncipe", la del ex teniente Edwin Dimter Bianchi, quien fue uno de los militares detenidos por la sublevación del Regimiento Tacna en junio de 1973, movimiento golpista que fue desarticulado, dando origen al llamado "Tanquetazo". En ese episodio Dimter ingresó con un tanque hasta el Ministerio de Defensa. 

Efectivamente, Dimter coincide con las características del Príncipe, pero varios de los testigos que estuvieron detenidos en el Estadio Chile también han descartado que se trate de la misma persona. 

Lo importante es que fue el propio Dimter, con su primera declaración judicial de 2006, quien dio luces sobre otros oficiales que también podrían corresponder a la identidad de "El Príncipe". El ex uniformado, quien fue expulsado del Ejército en 1976 por diversos actos de indisciplina, reconoce haber custodiado a los prisioneros de ese recinto, pero asegura no haber tenido relación con las golpizas y el asesinato de Víctor Jara.

Acto seguido, señala que él no era el único oficial con esas características, y que al menos habían otros dos que podían coincidir con las señas de "El Príncipe": los entonces tenientes Rodrigo Rodríguez Fuschloger y Nelson Edgardo Haase Mazzei, ambos de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes. Este último oficial fue mencionado en la declaración del primer conscripto confeso de participar en el crimen.

Aunque Haase, al ser interrogado en el caso, negó rotundamente haber estado en el Estadio Chile, declaraciones de otros oficiales presentes en el recinto respaldan la versión de Dimter.

Haase fue uno de los hombres de confianza del ex jefe de la DINA, Manuel Contreras, y fue jefe del recinto de detención clandestino ubicado en calle Bilbao, conocido como "Cuartel Bilbao". Diversos testimonios y documentos, entre ellos el entregado por la agente de la DINA Luz Arce, indican que el inmueble -habilitado desde 1976- tenía como fachada un aviso luminoso que decía "Implacate".

El historial del teniente también lo registra como miembro de la Sociedad Pedro Diet Lobos, pantalla comercial de la DINA para encubrir actividades tanto en Chile como afuera del país. A lo largo de los años, quienes sobrevivieron lo han descrito como arrogante, prepotente y despiadado; de hecho se llegó a decir que se enorgullecía de llevar permanentemente en su automóvil una picota para usarla en los allanamientos.

Las pocas veces que Haase salió de su anonimato en los últimos años fue cuando -junto a otros ex uniformados- manifestó públicamente su total respaldo a la sublevación del general Raúl Iturriaga Newman, quien intentó evadir la primera condena de cárcel efectiva en su contra, por el crimen del militante del MIR Dagoberto San Martín Vergara, según consta en la página del "Movimiento 10 de septiembre".

Tras retirarse del Ejército, el ex uniformado formó en 1994 una empresa de cajas de madera para vinos de exportación, llamada Envases Haase o Envases Exportables. Desde entonces es proveedor de varias de las empresas del rubro, lo que le ha permitido codearse con ese ambiente. De hecho, el 2007 participó en el Quinto Campeonato de Golf "Copa Viñas de Chile", en el Club de Golf Los Leones, a beneficio de la Fundación Escúchame. En el website de esta última aparece una foto del equipo de "Envases Exportables", en la que Nelson Haase figura junto al ex vicecomandante en jefe del Ejército, general Guillermo Garin, el brigadier general Juan Lucar y el ex jefe del Estado Mayor del Ejército, general Richard Quaas. 

La esposa de Haase, María Isabel Blaña Lüttecke, recibió del Ministerio de Agricultura $5.595.466 en febrero y abril de este año (2009), en virtud de un "Programa Sistema de Incentivos para la Recuperación de Suelos Degradados", según consta en la información de transparencia activa de esa cartera.


FUENTE: Tercera Información